lunes, 15 de noviembre de 2010

Amarilis Afrodita



"¿Cómo se llamaba?" preguntó sin dejar de mirar la foto. "Amarilis Afrodita". Con un retundo "la llevo", desembolsó una pequeña fortuna y cargó con la coqueta maceta que albergaría su última esperanza. En su casa lo esperaba aquella nota escueta que no le hubiera hecho falta leer. Sus ausencias y desatenciones lo convertían en un hombre solo. Durante tres meses, cuidó de aquel bulvo devotamente. Cuando por fin el capullo comenzó a abrirse, tomó la maceta y partió a su encuentro. "La planté el día que te fuiste" le dijo extendiendo su ofrenda. La expresión de la Bióloga disipó sus dudas. Había triunfado.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El veneno de Riganti parte 2

El cuerpo de Riganti temblaba entre mis piernas y literalmente me sentía como una araña que se iba a comer al macho después de aparearse.

Ese día todo había cambiado, yo había mutado mi realidad. De repente me sentía con todo el poder de manejar una situación. Dejar de ser la simple empleada que siempre pasa desapercibida para convertirme en la hembra ardiente que pronto iba a ejecutar a su víctima.

Que locura jamás me había interesado Riganti y desde hacia horas no podía dejar de pensar en el.

Cuando el edificio quedó casi vacío me dirigí a su oficina. Sin mediar casi palabras, me senté en su falda y con una destreza magistral, de la cual quiero aclarar hasta me sorprendí, lo desvestí y comencé a hacerle pasar una de las mejores tardes de este último tiempo.

Lo sentía nervioso. Notaba los vellos de sus brazos erizados. y eso me excitaba más. Riganti pasó a ser mi objeto de deseo. Y me procuré darle el placer que él merecía.

Lo sorprendente del caso, es que él también se convirtió en ese amante que estaba buscando… no se cuando los roles se cambiaron pero de pronto fui yo la que me sentí devorada por él… el veneno de ese hombre me estaba empezando a hacer efecto… y no quería tener después que recurrir a ningún antídoto.

Era el momento de vestirme y salir…

martes, 9 de noviembre de 2010

ESPIRALES

cadera3
Si yo fuera ese grano en tu cadera me quedaría ahí, más que varios días – me dijo así, sin pensar casi, luego de ver mi inútil preocupación por esos pequeños puntos rojos que no se iban…
Me quedé regulando, entre el baño y la biblioteca; entre el espadol y el maquillaje…
Entonces… me rescato que la magia está en el aire, en el tiempo, en el instante menos esperado.
Y se me abren mundos que desconozco, bien de esta tierra, de esta realidad.
Y gozo… con haber llegado hasta acá, con la cara limpia de tanto lavarla, con el alma repleta de historias inconclusas, con miles de preguntas sin respuestas y miles de placeres recibidos y dados.
De repente… le encuentro un lugar a cada cosa, que ordenaré cuando tenga ganas.
Mientras tanto, se despliegan mecanismos impensados por mi mente tan mental, que recorren la enorme superficie de ese cuerpo querido y deseado, que contiene una energía que detona al simple contacto del link de mi piel.
Y percibo… que ese universo tan distinto, que siempre me mantuvo tan alerta, es mi universo también.
Entonces me sereno. Y disfruto de las incógnitas harto conocidas, mientras veo crecer los papiros y tu amor dentro de mis entrañas.
Así es que… prendo varios espirales todas las noches, para que lo único que me pique sea tu envolvente pasión… Y que sólo me rasque para despertar del sueño entre tus brazos.
Cla9
16/01/2010

sábado, 6 de noviembre de 2010

DOS

Sin espejo como guía, (sabemos escondernos de aquello que nos atormenta) , había decidido utilizar su vestido mejor.. ese negro que las maravillas de la óptica le hacía reducir lo que el infortunio de la realidad le impedía.
Maquillada para la ocasión, y rodeada del mas exquisito aroma francés que pudiera imaginar.. creía poder olvidar que odiaba en su cuerpo las marcas le dejaban sus excesos, (O tal vez, pensaba que los demás lo hacían.)
Se decía en su silencio una y otra vez que podía controlarlo, que era ella quién decidía cuándo, intentando convencer a propios y extraños.... pero sabía desde sus tristezas que no era capaz de evitar sucumbir a las delicias que la acompañaban desde la infancia, y esa noche.....rodeada de extraños, de los de siempre.. no iba a ser la excepción.. iba a controlarlo.. iba a medir su insaciable necesidad, su pecado mas cruel, ante desafiantes miradas cruzadas que le hacían recordar desde susurros que intentaba en vano desatender que había nacido esclava de sus deseos.
La noche se hacía interminable (.. tanto como esa sensación infinitamente lejana de la saciedad que la acompañaba desde siempre...) y ante cada ofrecimiento.. ante cada deleite frente a sus ojos.. sentía como se diluían sus pensamientos de rectitud y su propia mente la traicionaba aceptando una, otra y otra vez.... sabiendo que en cuanto estuviera de vuelta.. en cuanto pudiera despojarse a solas de su negra y perfumada carcel se entregaría a sus placeres hasta terminar con todo aquello que encontrara en su camino..
Pasaban las horas.... y había creido ser mas que sus moldes.. hacía rato no aceptaba un bocado mas.. su gran amiga merecía su comportamiento.. merecía no tener un desagradable epicentro en su fiesta.. (su racionalidad lo sabía.. y parecía haberla llevado a controlarse, a creer que era capaz de disfrutar la velada sin ese sentimiento en la garganta)
Pero finalmente volvió.. su “Dantesco tercer círculo” había terminado para ella esa noche... ya no necesitaba pagar las penas de sus excesos, ya no tenía que explicar sus decisiones.. ni a ella misma, ni a nadie mas... estaba finalmente entregada a sus mas bajos instintos,.. con la única luz que necesitaba para sentirse plena.. la de su heladera abierta.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

CON EL CORAZON EN LA MANO HOY VENGO A TU DESPEDIDA

Así con el corazón en la mano, te despido. No quiero que sigas siendo parte de mi realidad. Primero, me deslumbraste y te quería en mi vida porque te amaba. Cuando me dejaste, empecé a necesitarte en mi realidad. Sentía que yo no ERA sin vos. Cuando te deje, te necesitaba en mi vida, para la revancha. Para saber que vos me habías dejado y, ahora que te dejaba yo, vos me buscabas, era mi resarcimiento.
Este ultimo tiempo, no entendía muy bien para qué te necesitaba. Pensé varias hipótesis.
Podía seguir siendo la revancha, saber que vos me habías roto el corazón, mancillado el orgullo herido mi dignidad, y ahora era tanta tu impotencia que me agredías.
Podía ser que tus ataques hicieran que las personas que amo me protegieran, y eso siempre quise protección.
Y, por ultimo, simple venganza, yo había sufrido ahora vos también.
Y quise curarme.
Vos no me hiciste nada, me lo hice yo porque te lo permití. Mi corazón, mi orgullo y mi dignidad son míos, y nadie hace con ellos nada que yo no quiera. Mi corazón solo quiere lindos sentimientos, no quiere rencores, odios o desprecios. Mi orgullo me indica que yo SOY, y no puedo permitir que estés en mi realidad, para sanarlo, porque entonces no es orgullo, es arrogancia. Mi dignidad, impide que siga necesitando ESO (los insultos) para sentirme bien. Tengo amor, mucho amor, de mi hija, de mis amigos, de mi pareja, no hace falta nada más.
No necesito que nadie me proteja, yo SOY, yo me protejo y protejo a quienes amo.
La venganza no es placer de dioses, es mala, como dice el Chavo “la venganza nunca es buena mata el alma y la envenena”. Yo quiero mi alma llena de luz, de cosas lindas.
Ya no me reflejo en vos para SER, ya me encontré y sane. Ya no te quiero en mi realidad. Te saco de ella.
Te ame, te sufrí y hoy, con el corazón en la mano, te despido.

domingo, 31 de octubre de 2010

Positivo 2da parte

Pasaron tres meses. Reposo contenido, inyecciones todos los días para retener el feto. La abuela no ayudaba mucho. Tuvieron que contratar a la chica cama adentro. Entre los paseos de la perrita, las visitas de la tana a misa y el aseo de la casa enorme ella sola no daba a basto.

Aprovechó el reposo obligado para leer, tejer y meditar. Se estaba preparando. Era un tiempo lento, claro y oscuro a la vez.

¿Qué habrá sido del padre biológico? Cuando la abuela fue a misa, encendió la computadora, buscó en el facebook del pibe y lo encontró. Aparecieron miles de fotos. Las nuevas fueron las más conmovedoras, se lo veía abrazado a una chica, que no tenía veinte años, vestido blanco, frente a una vieja iglesia de pueblo.

¡El pendejo se había casado de apuro! era evidente el globito mínimo debajo del corsé del vestidito. Su corazón le dió un vuelco, sintió verdaderas náuseas y fue a vomitar al baño.

¡Su hijito iba a tener un hermanito! Su hijito sería el bastardo. No quiso saber más y apagó la compu.

Cuando llegaron de la misa la encontraron desmayada cerca de la cama. Sudor y lágrimas cubrían su rostro. Tuvo que ser hospitalizada. Coma diabético, diagnosticaron. ¡Imposible si ella era sana! Eran las complicaciones de un embarazo añoso. Le subió la insulina y tuvieron que controlarlo con suero durante un mes.

Fue en ese momento que toda la familia se enteró del desliz. La abuela no pudo cubrirla. Temía por su vida. Llamaron al ex-esposo, recién casado con una empresaria muy elegante, extranjera.

Pasado ese mes pudo volver en sí. No podía recordar nada. Cuando su ex-esposo trataba de explicarle, con las manos sosteniendo su mano, que todo había pasado, ella rompió en llanto. El tipo trató de ser comprensivo. Ella creía que todavía estaban casados y que el hijo que esperaba era de su marido.

Tuvo que permanecer en obsevación un mes más. Llegadas las veinte semanas de embarazo se hizo los exámenes de rutina. ¡Era varón! ¡Y era sanito! Claro, el pendejo prometía buena información cromosómica. Ella se sentía desaparecida de la faz de la tierra. Había perdido identidad. No había tenido idea de los alcances sociales de ser madre soltera. Necesitaba contención.

El ex-marido se portó como un duque. Le contrató una enfermera y la ayudaba económicamente. Claro, debía lavar las culpas de una esterilidad prolongada. Como todo macho autista reaccionaba a su propia falta y no a la verdadera situación.

Por fin llegó el día de la cesárea programada. Cuando vio la carita del niño lloró mucho, con la felicidad y el estupor de las primerizas. Lo tomó en sus brazos un pequeño rato y cerró los ojos. Estaba muy cansada.

Pablo, fue el nombre elegido. El día del bautismo estaba toda la familia de ella. El ex-marido y su esposa lo sostenían orgullosos. Antes de viajar al extranjero, llevaron flores a la tumba de la madre biológica del niño.

Un año después también murió la abuela. La perrita se la quedó la mucama. La casa la vendieron. Era la dote para que Pablito, como lo llamaba la tana vieja, pudiera estudiar en la Universidad.

jueves, 28 de octubre de 2010

Chismosa...

“Allanamientos ordenados por el Juez Federal en Puerto Piray ponen al descubierto red de prostitución infantil. Aunque se incautó material fotográfico y archivos que revelan el accionar de los delincuentes no hay detenidos. Sin embargo la Policía cuenta con datos ciertos sobre el cabecilla de la banda y tienen identificado su automóvil. Volveremos en media hora con más información. No deje de sintonizar Radio Misiones en el 98.5 de su dial”

La noticia alteró visiblemente a Iván quien apagó la radio con un gesto de rabia. En un pueblo tan pequeño su única alternativa era escapar lo antes posible hacia el río y cruzar hacia el otro lado de la frontera. Tal vez la suerte esta vez estaba de su lado y aprovecharía la intensa bruma que lo cubría todo y alcanzaría su meta poco después del amanecer.
Su última fechoría fue birlarle la bicicleta al recién mudado afilador mientras dormía. Confiado en que nadie notaría a un obrero en bicicleta tomó el camino de tierra que cruzaba el centro del pueblo. No tuvo tiempo de festejar su triunfo. Tres policías de paisano lo emboscaron al llegar al puente. La vieja comadrona del pueblo fue quien, mientras le pasaba el mate, chusmeó maliciosamente a su sobrino el comisario que: “para ser afilador el hombre pedalea muy torpemente y demasiado silencioso…”


lunes, 25 de octubre de 2010

El fin y el principio.




El fin está ahí constante, implacable, silencioso, triunfante.

Se relaja, mientras se lima las uñas, deja el aire correr, espera tranquilamente que llegue su momento.

El principio es como un niño pequeño, atolondrado, inocente, feliz y contento.

Se relaja, disfruta, corre el aire, devora su momento con la arrogancia de quien se cree eterno.

Un día, el pequeño principio, comprenderá que lo único infinito es el fin. Cualquier día de estos…


Autor: Gloria Llopiz

viernes, 22 de octubre de 2010

EL TROMPA




I

No había dormido bien. Sentía una inmensa frustración que me oprimía el pecho. Y sabía muy bien la razón.
El Trompa.
Tenía que enfrentarlo de una vez por todas. Tenía que enfrentarlo y decirle unas cuantas verdades.
Me levanté de la cama y fui al baño.
Lo de ayer había sido la gota que rebalsó el vaso. Ya estaba cansado del mal trato.
Desayuné un café con leche mientras escuchaba el tema de amor de Cinema Paradiso. La mayoría de las veces es una música que me relaja, pero hoy no pareció cumplir su efecto terapéutico. Vestido a las apuradas, salí a la calle y caminé las dos cuadras hasta la parada del bondi.
¡Claro que si!, seguí dándome manija.¿Quién se creía que era? Por más Trompa que fuera, no me iba a dejar basurear, de ninguna manera.
Subí al colectivo repleto, saqué el boleto, y encaré para el fondo. Una mina me miró mal cuando, sin querer, le toqué el culo.
-Perdón- le dije.
La mina me siguió mirando con cara de ojete.
Andate a la mierda, pensé.
¡Eso! La acumulación de bronca no iba a dejar que a último momento me achicara.
Bajé del colectivo. Me dejó muy lejos de la vereda y por poco me atropella un auto.
-¡Pelotudo!- le grito al coche que se aleja.
La bronca era un ser vivo dentro de mí, ocupando cada molécula de mi cuerpo.
Mejor que hoy el Trompa no se haga el loco, porque se pudre todo.
Llegué al laburo. Oscar me abrió la reja.
-Que caripela traemos hoy, che.
-No me jodas, que ando caliente.
-¿Qué te pasa?- preguntó Oscar. Pero le bastó una mirada a mis ojos para saberlo-¿Otra vez el Trompa?
-Ya me tiene los huevos llenos. Hoy vamos a hablar él y yo.
-Tené cuidado. Acordate lo que le hizo al Danielito.
La imagen de Daniel, con el rostro crispado y llorando, se me presentó vívidamente ante mis ojos. Danielito, después de ese día, ya no volvió a ser el mismo. Ahora iba siempre con la cabeza baja y murmurando solo.
-Le conviene que conmigo no se haga el vivo- le dije a Oscar. Quise que sonara a amenaza, pero la voz me salió entrecortada.
-No te pongas loco al pedo. Vos sabés como es el Trompa. Tomatelo con filosofía y no hagas bardo.
-Nos vemos después, Oscar- saludé.

martes, 19 de octubre de 2010

Bajo el lapacho


Bajo el aura cálida del lapacho, Daro, el che pibe de la obra, procura hacer entrar en razón a Marita, la mucama de los Vega:
—No me podés hacer esto… ¿No era que te cuidabas vos? ¿qué te habías hecho poner la inyección esa en el dispensario? ¡No me vengas ahora con que por ahí falla!
Las ramas del lapacho rozan la cabeza de Daro, al punto de coronarlo con sus brillantísimas flores amarillas. El joven no para de mover las manos y orquesta su soliloquio en una andanada helada de sentido común.
—Marita no llores… ¿Cómo se te ocurre que vamos a poder mantener un hijo? ¡¿eh?! ¡No tengo un mango ni para forros y vos me venís con un hijo!
Marita cubre su vientre con ambas manos y fija la vista en una flor que acaba de caer, haciendo trompos, a sus pies.
—Te lo dije de entrada Marita, yo te quiero, pero no tengo adónde caerme muerto. ¿Qué vamos a hacer con un chico? ¿Eh? ¿Qué le vamos a dar de comer? ¿Cómo lo vamos a vestir? ¿Y los estudios Marita? ¿Qué querés? ¿Qué termine como nosotros? No cuentes conmigo, así nomás te lo digo.
Un par de las flores del tocado de Daro se desprenden y se deslizan sobre su hombro.
—Sacateló Marita o a mí no me ves más.
La joven rodea su talle con los brazos, en un gesto que pretende amortiguar el eco de las palabras de Daro dentro de su vientre, y da media vuelta. Aquí y allá, se perciben las estelas doradas de las flores que van cayendo en delicado silencio.
—¿A dónde vas Marita?
La figura de la joven se pierde trás una cortina, cada vez más profusa, de pétalos amarillos. La vista de Daro se nubla en reflejos de oro. Un pétalo sedoso le roza la cara y siente esa manito tibia y esponjosa que le acariciará la mejilla cada noche. Del torrente de flores se desprende el aroma de ese abrazo eterno que lo esperará al final de cada día. El rumor de los pétalos lo invita a percibir el tintineo risueño de las cosquillas. Las flores se derraman sobre su sien y le susurran: Magalí
—¡Esperá Marita! No te vayas…
El diluvio va cediendo. Y con los últimos pétalos se dibuja la silueta de Marita, vacilante.
—Quedate conmigo Marita… Va a ser nena y se va a llamar…
—…Magalí —responde Marita serena desde el centro de un exquisito manto amarillo que le cobija los pies.

sábado, 16 de octubre de 2010

La recompensa. Parte 1

Te tengo que contar algo, Ana – le dije a mi compañera de oficina- Vení… recién Riganti me tocó una teta…

-Naaaa

-Si, boluda, estábamos en la oficina, me acerqué por la derecha para ver el proyecto en el que estaba laburando y me tocó una teta.

- Pero ¿te rozó sin querer?

- No boluda, me tocó una teta.

Ese día había empezado de lo más mediocre, salgo del baño y cuando me voy a cambiar me doy cuenta que se me había caído al piso la camisa blanca que me pensaba poner y estaba toda mojada con agua de la ducha. Ya empecé un día de mierda… el tema es que me levanto justo sobre la hora y ya iba a llegar tarde. Empecé a buscar que ponerme, decidí la camisita verde manzana, que obviamente estaba arrugada y la tuve que planchar.

Para no irme con el estomago vacío puse la cafetera al fuego, por lo menos me tomaba un café. Mientras tanto me maquillaba… pero viste como somos las personas, en un minuto me olvidé de la cafetera y cuando llegué a la cocina no solo se había quemado sino que la casa ya se estaba llenando de humo. No me daba tiempo para prepararme una taza más así que salí corriendo sin mi camisa ni mi café.

Apurada subí al 78, llenó como siempre a esa hora. Que te empujan de un lado, que te chocan del otro y como suele suceder un tipo con un portafolio me corrió la media de nylon. Hoy, justamente hoy que era la reunión con la gente de operaciones de la empresa. Así que cuando bajé tuve que pasar por una lencería y comprarme un par de medias nuevo, llegué justo sobre la hora, a las corridas, con ganas de mi café, de mi camisa y de mis medias. Estaba segura que ese día caminaba para atrás hasta que viene Riganti y me toca una teta. Y lo mejor del caso, es que no me molestó.

No me miren con esa cara, ya se que podrían argumentar que es acose sexual en el trabajo, pero no lo veo así, hace tanto que un tipo no me toca de impulso. Y no es que Riganti no me guste, lo que pasa que es un hombre casado y no me va, meterme en quilombos. El tema es que me levantó el ego.

Cuando me tocó, me miró con cara de asustado, y balbuceó solo un … disculpá, estas tan linda hoy que no pude evitarlo.

Al ver mi cara de asombro comenzó con sus verdaderas disculpas, se puso rojo, me pedía perdón de veinte mil maneras… y yo en lugar de enojarme, me fui…

Que grande, como un hecho que en otro momento me hubiera puesto de la cabeza, hoy y con una día de mierda, bah algunas semanas de mierda, me cambió tanto el ánimo y el humor.

Me parece que hoy Riganti va a tener su recompensa.

Una vez soñé que teniamos sexo en tu oficina

miércoles, 13 de octubre de 2010

SOBREVIDA

sobrevida

 

Después de haber perecido tantas veces bajo los efectos de emociones letales, presiento mi presencia.

Se anuncia como una sombra, como un grito desgarrador.

A veces, muy pocas, como una secuencia de movimientos oculares desenfocados, con los colores del caso.

Luego me toca el hombro izquierdo y me susurra cosas que no entiendo, que me erizan.

Pero las sé, las conozco. Son mi tela en blanco.

El pánico cunde por unos instantes mientras busco con las manos a mi familia: a mis gatos, a mi hombre, a mi teclado, a mi cigarro. Y el alivio llega en forma de respiración.

Cuánta felicidad hay escondida en una imagen, en un gesto…

Cuánta luz pareja, perfecta, en este nubarrón…

Y dejo las preguntas para más tarde, cuando ya no tenga tiempo.

Porque, por ahora, estoy disfrutando.

Cla9

12/12/09

domingo, 10 de octubre de 2010

Uno

Sobre el sillón frente al plasma del acomodado loft que había ligado, camperas. Tiradas, desparramadas, como puestas ahí mas por urgencia que por comodidad. El hogar encendido (tal vez el mas típico signo de la preparación) y en la mesita revestida en cuero, dos estilizadas copas del mas exquisito extra brut que ya no esperaban ser el inicio de la noche, por estos momentos habían sido pasadas por alto.
La alfombra que cubría parte del rústico piso del ambiente, esperaba también impaciente ser la estrella,...pero el lujo, (y lo bien que lo sabían) eran ellos dos.
Agitados, penetrando sus ojos con las miradas cada vez mas fuertes, llegaron a verse desnudos en la tenue luz del fuego y las brasas, hasta que se fundieron en besos interminables, en caricias tan excitantes como exquisitas, en susurros en los oídos que no paraban de expresar la interminable necesidad de placer que los unía desde que se habían visto casi de casualidad en alguna olvidada reunión previa.
Su largo pelo cubriendo por partes su espalda, dibujaba maravillas ante los ojos de su amante, sus manos encontraban el exacto lugar para producir ese estremecimiento que todos conocimos alguna vez, y sus labios solo se dedicaban a deleitar.
Sus piernas, las mas largas y lindas que hubiese podido imaginar lo aturdían con su belleza y su cintura -como tallada justo para su cuerpo-, eran las responsables de su agitada respiración, de su deseo, de su placer.
Coincidieron en juegos,sonrisas y movimientos, como si se conocieran de toda la vida, como si cada uno de ellos supiera exactamente que era lo que al otro lo elevaba hasta no poder mas, hasta no poder contener mas el aire, hasta no poder explicar el sudor que les generaba en el frío de junio que empañaba los ventanales a la calle.
La noche, eterna y a la vez tan corta como un suspiro para ellos dos invitaba a mas... a mucho mas.. sus caricias, finas, tanto que les hacían sentir las huellas digitales del otro, los hacían transpirar de solo imaginarlas, sentirlas, vivirlas...
El loft es tu belleza..ya sos de los reyes que andan a los trancos...

jueves, 7 de octubre de 2010

QUIQUE

Es raro como en ocasiones algo que debería resultarnos doloroso, resulta gratificante. No es que sea masoquista. No. Tratare de explicarme.
Mi papá se llamaba Luis Carlos Carreño, pero todos le decían Quique. Era un papá medio raro. Nunca me hablo como una niña, cosa que hizo que tuviera un amplio vocabulario a los 4 años. Cuando viajábamos de vacaciones, para entretenerme las largas horas en auto, cantábamos canciones infantiles con mi mamá. Cuando se agotaba el repertorio, seguíamos con las canciones patrias. Y como íbamos de vacaciones al sur en un fitito, también éstas se acababan. Entonces mi papá, me explicaba las metáforas o la historia detrás de cada canción, no sé si era el embole de la Patagonia argentina, donde ni la sombra de Magallanes se cruza en el desierto, o el sonido de su voz, pero me cautivaba. Y por eso ahora canto la marcha de San Lorenzo y Aurora de una manera especial.
Cuando eran mas chica, digamos unos 4 o 5 años y pasaba corriendo desnuda negándome a vestirme me agarraba, me ponía sobre sus hombros como un chancho y decía “señores del mundo miren la nena de papa, señores del mundo miren el culo”
Cuando hacia algo medio tonto, me decía en broma: “ahora te tenés que parar en la Avenida y decir tres veces Soy una boluda”
Muchas más anécdotas hay, muchas mas experiencia, pero prefiero guardármelas para mi. O írselas contando poco a poco.
En 1993, le diagnosticaron cáncer en la ampolla de vater. Lo operaron y estuvo bien durante 5 años. Mi papá trabajó 36 años en jabón federal. Seis meses después de su enfermedad, lo suspendieron argumentando que había realizado unas compras, era Jefe de Compras, de mala fe. Después de la semana de suspensión, le ofrecieron un cambio de sección. Él lo rechazó. Sostenía que aceptar el cambio era aceptar que había hecho algo mal y el no había obrado nunca de mala fe. La empresa entonces ofreció el despido y una indemnización muy por debajo de la que le correspondía. También fue rechazada esa propuesta. Y fuimos a juicio.

lunes, 4 de octubre de 2010

LOS PONCHOS DE LA ESTHERCITA






I

Historias conozco muchas, pero la de la Esthercita es mortal. ¿Le gustaría escucharla? Entonces, no sea amarrete y páguese unos vinos. Hablar me seca la garganta, ¿sabe? Así me gusta. Usted me cae bien, tiene cara de buena persona. ¿Tinto? No, no, no. Blanco, por favor. El tinto me da gases. Bueno, ¿ya está cómodo? Perfecto. Como le decía, historias conozco muchas, pero la de Esthercita es mortal. Perdone que me repita en la frase, pero es la más pura verdad…

II

Esther Esmeralda Santiro, Esthercita para los amigos, nació en este pueblo y murió en este pueblo. Gracias a ella tenemos la escuela, aquel edificio grande que se ve allá. Esthercita era analfabeta, no sabía leer ni escribir, pero eso no importaba acá. Acá somos gente buena que no nos aprovecharíamos de alguien en su condición. Capaz que en la ciudad sería otro cantar, pero acá se la respetaba como correspondía. Porque le digo algo: la Esthercita era buenaza como ella sola. Siempre estaba para cuando uno la necesitaba. Un amor de persona la Esthercita. Ahora está en el cementerio. La gente de por acá la idolatra. Le llevan flores y obsequios y le piden milagros. ¡Milagros le piden! ¿Usted puede creer? Se necesitó que algunos dijeran que lo que le habían pedido a la Esthercita se les había cumplido para que empezaran las procesiones por el cementerio. Mundo de gente venía hasta el pueblo para visitar la tumba de la Esthercita. El cura vio el filo y no se quiso perder el negocio. A los pocos días había estampitas con la imagen de la Esthercita. ¡Hasta estatuitas había de la Esthercita con una aureola en el balero! ¿Y sabe que es lo más gracioso? ¡Que la Esthercita era más atea que la mierda!

Positivo

Salió del laboratorio con la certeza, la tan ansiada vuelta del destino.
No iba a contarle a nadie. Su familia no se lo esperaba.
Estuvo mucho tiempo negando ese asunto, ahora estaba a punto de tomar una decisión. Sus amigas le recriminarían el silencio, no importa. Nadie debía saberlo.
Abrazó el sobre. Directo al subterráneo. Diez estaciones la llevarían a su casa. Sin morada fija, esta vez eligió la protección de su abuela. Claro, la vieja, chocha con un niño en la casa.
Subió las escaleras, sonámbula. Olvidó las recomendaciones del médico: reposo absoluto los primeros tres meses.
Era complicado traer al mundo un niño siendo una mujer tan añosa.
Los acontecimientos surgieron en su memoria, como lluvia de verano...

viernes, 1 de octubre de 2010

HADO


Luz mortecina rodeada de tinieblas.
Aleteos frenéticos viajando hacia el norte dejan su carga blanca y nauseabunda
En el centro un antiguo monumento fálico es testigo mudo de la hégira
Estandarte despojado de sus bandas de cielo azul celeste y nubes.
No más brisas frescas y limpias.
Al oeste paredes rosadas de cal, sangre y sebo guardan recintos vacíos
No más negociados. Hedor a muerte y desesperación.
La hora terrible ha llegado.
En la Gran Potencia un teléfono ha sonado.
Rumores, invasión.
Represalias.
Diplomacia derrocada.
El Gran Antagonista ha respondido.
Todos contra todos.
Lluvia atómica.
Aprensión que impele más allá de la nada
Barreras delimitadas por redondos símbolos amarillos y negros.
No hay donde huir.
Ilusión de argenta neutralidad quebrantada.
El fin de la Tercera Gran Guerra legará a todos un mismo horizonte.
Luz mortecina rodeada de tinieblas.

martes, 28 de septiembre de 2010

Que el cielo espere sentado.


Telegrama
Texto: Murió mamá
Firmado: mamá
Mi padre terminó de leer y con el papel, aún en la mano, miró hacia un punto fijo. Sus ojos brillaron mucho más. Yo era pequeña y no entendía bien ese texto. Mi madre me explicó que, la primera mamá del texto era mi bisa, y que quien firmaba era mi abuela Marie Louise. Yo dije:
-Ah!
Mi bisa era una señora que yo había visto muy poco. Alta y blanca con pelo negro, muy negro. Ella hablaba sonriendo un castellano calmo, educado y le demostraba mucho amor a mi padre. Un cariño de esos sin contacto físico. Intercambiaban miradas, sonrisas cálidas y mucho respeto.
Mi padre cogió una camioneta y se dispuso a conducir hasta Onagoity. Debía llegar al funeral.En ese tiempo, yo no sabía mucho acerca de eso que le sucedía a alguna gente: morir.

sábado, 25 de septiembre de 2010

LANDO







 I

Cuando era niño tuve un perro, un manto negro. Lando se llamaba. Lo trajo mi papá una tarde al volver del trabajo. Era tan chiquito, que mi papá lo había puesto en el bolsillo de su campera.
A mi mamá mucha gracia no le causo el animalito.
En esa época vivíamos en una casa chica con un pequeño patio de tierra en el fondo. Solamente un cerco de ligustros nos separaban de los demás patios. Muchas veces el perro del vecino, Juan Carlos (el vecino, no el perro), se mandaba por los ligustros (el perro, no el vecino) y destrozaba las flores de mamá, cuando no le mordía las sábanas colgadas en el tendedero.
Papá se sentó conmigo en el piso, puso a Lando entre nosotros, y mientras este me olfateaba las manos, me explicó que tener un perro implicaba responsabilidades.
-Mamá y yo no podemos hacernos cargo del perro- me dijo-. Solamente si vos prometes darle de comer, sacarlo a pasear y limpiar sus desechos, será bien recibido. De otro modo, tendré que devolverlo.
-Te juro que lo haré, papá. Papá, ¿puede dormir conmigo?
-¡De ninguna manera!- dijo mi mamá desde la puerta de la cocina, donde estaba escuchando la conversación-. ¡Va a llenar la cama de pelos!
Mi papá acarició a Lando.
-Solo por esta vez- me dijo.
-¿Estoy pintada yo, acaso?- se enfadó mi mamá encarándolo a mi viejo-. ¡Martín, contestame!
Pero ya mi papá y yo habíamos salido al patio a jugar con Lando.
Esa noche, y todas las noches subsiguientes, Lando durmió en mi cama hasta el final de sus días.