jueves, 7 de octubre de 2010

QUIQUE

Es raro como en ocasiones algo que debería resultarnos doloroso, resulta gratificante. No es que sea masoquista. No. Tratare de explicarme.
Mi papá se llamaba Luis Carlos Carreño, pero todos le decían Quique. Era un papá medio raro. Nunca me hablo como una niña, cosa que hizo que tuviera un amplio vocabulario a los 4 años. Cuando viajábamos de vacaciones, para entretenerme las largas horas en auto, cantábamos canciones infantiles con mi mamá. Cuando se agotaba el repertorio, seguíamos con las canciones patrias. Y como íbamos de vacaciones al sur en un fitito, también éstas se acababan. Entonces mi papá, me explicaba las metáforas o la historia detrás de cada canción, no sé si era el embole de la Patagonia argentina, donde ni la sombra de Magallanes se cruza en el desierto, o el sonido de su voz, pero me cautivaba. Y por eso ahora canto la marcha de San Lorenzo y Aurora de una manera especial.
Cuando eran mas chica, digamos unos 4 o 5 años y pasaba corriendo desnuda negándome a vestirme me agarraba, me ponía sobre sus hombros como un chancho y decía “señores del mundo miren la nena de papa, señores del mundo miren el culo”
Cuando hacia algo medio tonto, me decía en broma: “ahora te tenés que parar en la Avenida y decir tres veces Soy una boluda”
Muchas más anécdotas hay, muchas mas experiencia, pero prefiero guardármelas para mi. O írselas contando poco a poco.
En 1993, le diagnosticaron cáncer en la ampolla de vater. Lo operaron y estuvo bien durante 5 años. Mi papá trabajó 36 años en jabón federal. Seis meses después de su enfermedad, lo suspendieron argumentando que había realizado unas compras, era Jefe de Compras, de mala fe. Después de la semana de suspensión, le ofrecieron un cambio de sección. Él lo rechazó. Sostenía que aceptar el cambio era aceptar que había hecho algo mal y el no había obrado nunca de mala fe. La empresa entonces ofreció el despido y una indemnización muy por debajo de la que le correspondía. También fue rechazada esa propuesta. Y fuimos a juicio.
Imagínense la situación: un hombre de 52 años, con antecedentes de cáncer en plena década menemista... no era fácil. Mi papá entonces comenzó a vender encurtidos para la empresa de unos amigos. Me acuerdo de ver a mi viejo, a un año de su operación, cargando dos bolsos con tres frascos de aceitunas cada uno en el colectivo. Para no gastar en el auto. Poniéndole huevos a la situación, demostrándome que no importaba cuanto te maltratara la vida siempre había que seguir con al frente en alto poniéndole el pecho. Para fines del 94 pudimos comprar un cero Km. con la plata de la venta de la casa de sus padres. Empezó a laburar de remisero.
A fines de 1997, salió el dictamen del juicio que comenzamos por su despido. De las 20 compras que la empresa había presentado como pruebas, en 16 mi viejo había conseguido mejor precio que el del mercado para la empresa, en las otras 4 el mismo precio. Pero en ninguna de las 20 hubo mala fe. Jabón Federal tuvo que pagar la indemnización completa mas los intereses. Nosotros ya lo sabíamos, claro. Si hubiera recibido coimas no hubiéramos quedado de culo al norte cuando lo despidieron. Pero ese dictamen sirvió para limpiar su nombre. Por fin, sonó un tiro para el lado de la justicia. Con esa plata compramos un departamento y el resto se guardo. Tres años después supimos para qué.
En 1998, le diagnosticaron metástasis en el páncreas. Había que empezar rayos y quimioterapia. Ese día, volvimos a casa y el se fue a trabajar. Jamás se quejo. Y así aprendimos a vivir con el cáncer. A tomarlo como algo mas en nuestra vida y hasta burlarnos de él. Nunca dejo que lo frenara. Era la única persona que conocí que comía mientras le hacían la quimioterapia.
La cosa era así: mi viejo se levantaba a las 5 30, se iba a laburar a las 6, a las 12 tocaba bocina en la puerta y salíamos mi mama o yo para acompañarlo a hacerse la quimio. Le llevábamos la vianda y el aprovechaba las dos o tres horas para comer, leer el diario y dormitar. Después, volvíamos y ni se bajaba del auto, nos dejaba en casa y seguía para la agencia de remis.
En esos viajes escuchábamos siempre el cassette de Cafrune 20 éxitos, cantábamos juntos, a dúo, Orejano.
A fines del 2000 el cáncer había avanzado hasta dejar a mi papa en cama. Un día no se pudo levantar para ir a trabajar y no se levanto mas. El día anterior había laburado las 14 horas.
Fueron 4 meses muy duros. Dejamos de trabajar tanto mi mama, mi ex esposo y yo para estar con él los últimos meses. El dinero de la indemnización sirvió para mantenernos esos meses. Solo se levantaba para desayunar y merendar. Lo hacíamos afuera en el parque. El decía que tenia por bien sufrida la enfermedad, por esas mañanitas y tardes que pasábamos todos juntos. Seguimos cantando Orejano, siempre. El 27 de febrero, se descompuso muy feo y lo internamos. Ya casi no recupero la conciencia. El 28 a la tarde mi papá estaba muy, muy mal y por primera vez dijo, en un momento de lucidez, “no doy mas”. Me senté a la cabecera de su cama y me puse a cantar. Tengo una voz finita de pito, y no se nada de música, pero le cantaba bajito al oído, a pesar de la vergüenza que sentía que las enfermeras me escucharan. Pero tenia ganas de cantarle. Estuve dos horas cantándole nuestras canciones. Deje para el final Orejano. Mientras mi viejo dejaba este mundo yo le cantaba. Calculo que le gusto porque tenia una sonrisa en su rostro, se murió escuchándome cantar y sonriendo.
Por eso tal vez, Orejano sea un lindo recuerdo. Por eso, tal vez, decidí cantársela a mi hija cuando nació. Fue la primera canción que le cante cuando tenia 2 hs de vida, quería que la conociera, que conociera a su abuelo a través de ella.
Ahora, mientras escribo esto, no se como tarde tanto en hablar de mi papá, de Quique. Debería haberle hecho este homenaje hace un rato largo ya. Por el ejemplo. Siempre fue su ejemplo. Honradez, respeto, lealtad. De él herede la manera de escribir, la letra, la forma de los ojos, el sentido del humor, la piernas, la mirada, la pasión por la lectura. De él herede la frase que encabeza este blog: No comparto tu opinión, pero daria mi vida porque pudieras expresarla. Voltaire.
Lo extraño si, extraño las cosas que me decía cuando se levantaba a la mañana, y que a mi me molestaban porque me despertaba, los mimos de la mañana. Extraño las cosquillas de la barba en mi oreja, los abrazos, el perfume, su voz, como movía las manos cuando hablaba, su letra (hace un año encontré un diario viejo con una claringrilla hecha por él, la tengo guardada en la billetera). Todo lo que sabia. Sus anécdotas del servicio militar. Pero no extraño su amor, ni sus consejos, ni su humor, porque los tengo dentro de mí, porque los escucho todo el tiempo, porque su presencia sigue en mi, porque el sigue vivo en mi cabeza y en mi corazón. Solo extraño lo físico, lo otro lo tengo adentro y desde donde esta me sigue guiando y amando.
Esto es para vos Quique, no hay un día que no te recuerde, no hay un día que no estés en mi. Siempre voy a ser tu “mono relojero”, tu “picha”. Como decías vos “señores del mundo miren la nena de papá”
Te amo viejo, cantemos una vez mas Orejano, papá.

OREJANO

Yo sé que en el pago me tienen idea
Porque a los que mandan o les cabresteo
Porque despreciando las huellas ajenas
Se abrirme camino pa´dir donde quiera
Porque no me han visto lamer la coyura
Ni andar hocicando pa´cerme de un peso
Y saben de sobra que soy duro´e boca
Y no me asujeta ni un freno mulero
Porque cuando tengo que cantar verdades
las canto derecho nomás a lo macho
aunque esas verdades amuestren bicheras
donde naides creida que hubiera gusanos
porque al copetudo de riñón cubierto
pa´quien no usa leyes ningún comisario
lo trato lo mismo que el que solo tiene
chiripa de bonza pa´taparse el rabo
porque no me enllenan con cuatro mentiras
los maracanases que viene del pueblo
a elogiar divisas ya desmerecidas
y a hacernos promesas que nunca cumplieron
porque cuando traje mi china pa´l campo
me he olvidado que hay jueces pa´cer casamientos
y que nada vale la mujer mas buena
si su hombre por ella no ha pagao derecho
porque aunque no tengo ni onde caerme muerto
soy mas ricos que esos que ensanchan sus campos
pagando en sancochos de tumbas resecas
al pobre peón que echa los bofes cinchando
por eso en el pago me tienen idea
porque entre los ceibos estorba un quebracho
porque a tuitos ellos le han puesto la marca
y tienen envidia de verme orejano
y a mí que me importa soy chucaro y libre
no sigo a caudillos ni en leyes me atraco
y voy por los rumbos clareados de mi antojo
y a naides preciso pa´cerme baquiano

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